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Bichos raros

LA ZARIGÜELLA

LA ZARIGÜELLA


El OPOSSUM, ZARIGÜEYA o ZORRA MOCHILERA es el animal más conocido de la familia, pero no suele despertar muchas simpatías. En efecto, a su escaso atractivo físico une un carácter decididamente inconstante. Posee un cuerpo macizo, cuello rechoncho y hocico alargado y agudo. Las patas son cortas. La cola, prensil, bastante gruesa, redonda y aguzada, es peluda sólo en la base, mientras en el resto de su longitud se observan finísimas escamas. La hembra está dotada de un marsupio desarrollado.
La palabra zarigüeya procede de la voz indígena "sarigue", mientras que la denominación de opossum, muy frecuente también, es el nombre en inglés.
Este animal está extendido en América desde el Canadá hasta Chile y Argentina septentrional. Es común en la parte central de esta extensa área, y se la encuentra en las selvas y boscajes más espesos. En la mayor parte de Argentina, Paraguay, sur del Brasil y Uruguay, la especie común es la comadreja overa (Didelphys azarai).
En el suelo, este marsupial americano esencialmente arborícola se mueve con notoria lentitud y torpeza, asentando toda la planta del pie. Pero se encarama a los árboles muy ágilmente; asimismo se desplaza entre las ramas con seguridad, gracias a los pulgares oponibles de los pies posteriores y a la cola prensil de que está dotado.
De los sentidos de este marsupial, el que aparece más desarrollado es el del olfato.
En cuanto a su régimen de nutrición, además de mamíferos menores, pájaros, huevos, reptiles y vegetales, se añaden insectos grandes, larvas e incluso gusanos. En caso de necesidad se conforma con nutrirse de fruta, maíz y raíces jugosas. Sin embargo, a cualquier otro alimento prefiere la sangre, lo cual le impulsa con frecuencia a conducirse con extraordinaria ferocidad: en los gallineros, por ejemplo, degüella las gallinas, sorbe la sangre y deja la carne de sus víctimas intacta.
No resulta fácil matarla, porque posee una enorme vitalidad y está siempre pronta a emprender la huida o a esconderse en algún paraje quebrado e inaccesible. Cuando ve cerrada toda posible vía de escape, este marsupial tiene la extraordinaria costumbre de fingirse muerto, con la lengua colgante y los ojos vidriosos: el agresor, entonces, convencido de que el animal está muerto, se aleja; pero, poco después, la zarigüeya se levanta y vuelve renqueante al bosque.
Se ha observado en los ejemplares en cautividad que la gestación dura catorce días, al término de los cuales la hembra pare, o, mejor dicho, transporta las crías -cuyo número varía de cuatro a dieciséis- del útero al marsupio. Al principio las pequeñas zarigüeyas son informes y carecen de ojos y de orejas. Pero, transcurridos cincuenta días, los jóvenes animales están por completo desarrollados; tienen el mismo tamaño que los ratones, el pelo recubre todo su cuerpo y también los ojos están ya abiertos. Tras unos sesenta días de lactancia en el marsupio, el peso de las crías se ha centuplicado. Y salen de la bolsa marsupial poco después, cuando han alcanzado un tamaño equivalente al de una rata.Debido a los estragos que ocasiona en los gallineros, granjeros y agricultores persiguen encarnizadamente al opossum, al que dan caza con cualquier medio. La carne no se considera comestible, debido al repugnante olor que despide. En cambio, la piel es bastante apreciada. En cautividad, la zarigüeya se muestra más bien monótona e inactiva.Pese a la actitud amenazante que aquí vemos, no puede considerarse a la zarigüeya como un animal combativo, ya que reacciona ante el peligro con la huída o fingiéndose muerta.

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